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lunes, 14 de octubre de 2013

El hombre que construyó más de 40.000 viviendas


Álvaro Villegas Moreno, además de líder político conservador y dirigente gremial, ha sido un próspero empresario antioqueño del sector de la construcción, con énfasis en la destinada a los estratos más bajos.
Germán Jiménez Morales | Medellín | Publicado el 27 de noviembre de 2011
Un conservador fiel y disciplinado, al punto de tener que llegar a tragarse el sapo de respaldar candidatos a los cargos de mayor peso local, de otras colectividades y cuestionados, pero avalados por el Partido.

Un ingeniero que, a diferencia de muchos de su generación, no fue apático a la política, sino fiel devoto de la misma, y que llegó al rango de Jefe -con mayúscula- luego de escalar los peldaños de concejal, senador y presidente de esa corporación, alcalde de Medellín y dos veces gobernador de Antioquia.

Y un empresario que, más bien con bajo perfil, puede darse el lujo de afirmar que ha construido más de 40.000 viviendas, que es tanto como un pueblo entero, y con un taxímetro que no se detiene.

Estas son apenas tres de las facetas de la vida pública de Álvaro Villegas Moreno, un hombre tan recio de temperamento como amable, que en la intimidad de su hogar pone el conocimiento de las ciencias exactas al servicio de la talla en madera de juegos de ajedrez, pirinolas y perros salchichas que terminan en manos de sus nietos.

El conservatismo le llegó en los genes y por partida doble.

Los Moreno eran del pueblo de Aná, en Medellín, que se llevó la quebrada de la Iguaná. Su abuelo materno, Benjamín, era ganadero, agricultor, dueño de tierras en Boquerón, Maceo y San Cristóbal, pueblo este último en el que era un cacique conservador.

Los Villegas vinieron de Burgos, en España, y llegaron a Rionegro, en Antioquia. Su bisabuelo, José Antonio, fue propietario de grandes extensiones de tierras y fundó a Abejorral. Su abuelo, Isidoro, fue polvorero, herrero, y dejó en Pereira una descendencia que está emparentada con la familia de Fabio Villegas (presidente de Avianca) y Luis Carlos Villegas (presidente de la Andi).

Su papá, Luis, fue un genial "botaratas", también conservador; estudió mecánica y refrigeración por correspondencia y llegó a ser profesor de mecánica en la Universidad de Popayán; fue de los pioneros de la proyección de películas de cine mudo, que promocionaba pintando el nombre de la cinta sobre su perro blanco, Nerón; tuvo una cervecería en Cali, la misma que le escrituró a una compañera que tenía y que no quiso venirse con él a Medellín. En esta ciudad se asoció con su hermano, Adán, y puso un negocio de helados, que después le dejó al socio para irse a montar un taller de refrigeración y para oficiar como mecánico de Santa Clara y el Astor.

Ya mayorcito para la época, 37, Luis se casó con Lola Moreno Vélez. Con ella tuvo ocho hijos: Alicia, Luis Alberto, Elena, Sonia, Astrid, Raúl, María Eugenia de la Paz y Álvaro Villegas Moreno, quien nació a una cuadra de la Casa Conservadora, en Cúcuta con Juanambú, que terminó convertida en el Hotel Eros. En su patio -el de la Casa Conservadora-, jugaba ajedrez y allí conoció a "los grandes del Partido", como Laureano Gómez, doña Bertha Hernández de Ospina, Arango Ferrer, los Berrío, Luis Navarro Ospina y Belisario Betancur Cuartas, entre otros. "Yo era un metido y a todos los vi pasar por allí".

La lista incluía a Jacques de Bedout, quien "encendía la llama del conservatismo entre los obreros". En esa etapa, Villegas Moreno se metió tímidamente en política, pues era un estudiante de ingeniería civil en la Escuela de Minas, en donde la ética y la cantaleta contra los políticos se mezclaban, según recuerda, en la voz de profesores como Pacho Mira, Jorge Mejía y Antonio Durán.

Al terminar la carrera se vinculó al grupo de obras públicas de J. Emilio Valderrama, un dirigente conservador al que califica como "un animal político, tropero, de excelente dicción y Jefe del Partido".

En 1965, siendo Octavio Arismendi Posada Gobernador de Antioquia, Villegas Moreno fue nombrado secretario de Obras Públicas. El plan de desarrollo enfatizó la conexión de los municipios antioqueños con la capital del departamento y eso le permitió recorrerse a pie y a caballo buena parte de la región, en año y medio que permaneció en ese cargo.

Tuvo sus riesgos. En un municipio dominado por un cacique liberal de Medellín hubo gran alboroto por el trazado de la vía. Villegas Moreno fue, tuvo un trato amable con la gente, le regaló su sombrero a una joven, pariente del gamonal y visitó la Iglesia. Allí quedó frío al ver el rostro del Cristo perforado por una bala, ante lo cual pidió con más fervor su gracia. Le fue concedida. Horas más tarde se enteró de que los ánimos en el pueblo estaban tan encendidos... que lo iban a matar.

De esa secretaría pasó a la de Hacienda, en donde, comenta, le tocó meter en cintura a la Beneficencia de Antioquia (Benedán), que se manejaba como si fuera una república independiente. Recuperar el manejo de esa robusta renta de la salud implicaba poner a la Asamblea a que nombrara a la Junta Directiva y al Gobernador a que pusiera el Gerente. No menos complicada fue su tarea de podar la nómina de las Empresas Departamentales de Antioquia (EDA), en una época en la que su negocio de telefonía se combinaba con la posesión de tierras y hasta minas de carbón.

Su talla política iba en ascenso. Pasó por la Gerencia General del Instituto para el Desarrollo de Antioquia (IDEA) y luego fue nombrado Alcalde de Medellín, en septiembre de 1970.

En ese momento rompió con J. Emilio Valderrama, porque este último le dijo quiénes debían formar parte del gabinete municipal, algo a lo que el mandatario se opuso, porque como él se iba a jugar su suerte, pues quería escoger también a sus colaboradores. Su mentor le hizo la guerra y Villegas Moreno encontró

el respaldo de Fernando Gómez Martínez.

Su Alcaldía no fue para nada apacible. La joya de la corona, EPM, era presa de intereses particulares y devolverle su tutela al Municipio implicó pisar millonarios callos.

La cuenta de cobro le llegó a Villegas con motivo del sí que les dio a los jóvenes que querían hacer en Ancón, Caldas, en terrenos del Municipio de Medellín, su versión local del festival neoyorquino de Woodstock. El Gobernador, Diego Calle Restrepo, también dio el permiso y pidió que le consiguieran una peluca, porque no se quería perder el evento, aunque al final no asistió.

El festival criollo fue un éxito, pero al Alcalde comenzaron a llamarlo "Alvarolo", a sus hijos los trataban mal en el colegio y voceros de la alta sociedad le pidieron al Gobernador que echara a ese mandatario "loco". Y lo sacaron.

Esa no fue la única vez que "le hicieron el cajón". Igual le pasó cuando era director de Corpaúl, entidad a la que le organizó la millonada de recursos que manejaba, en lotes y bienes recibidos por concepto de donaciones, arregló la plaza de toros la Macarena y actualizó los ridículos cánones de arrendamiento que pagaban los inquilinos de varias propiedades. Su versión es que de ahí lo sacaron por intrigas y presiones de un poderoso empresario que necesitaba la Macarena para que su hijo creciera como rejoneador.

Ya en el plano político es de dominio público su distancia con líderes conservadores, como Juan Gómez Martínez y los Valencia Cossio, que en la última contienda electoral mostraron que no estaban acabados, como pregonaban las casas Suárez y Rendón. Villegas Moreno también fue contradictor, y muy fuerte, de Bernardo Guerra Serna. Sin embargo, anota que nunca llegaron al punto de ponerlo en situación de no hablarle o de quitarle el saludo, pues lo califica como un hombre culto, de buenos modales y de mucho respeto.

De hecho, en su primera gobernación lo nombró Alcalde de Medellín, claro que por petición del entonces Presidente de la República, Julio César Turbay Ayala. Vlllegas y Guerra coincidieron en lo que había que hacer en sus cargos, como la creación del Área Metropolitana, por ejemplo. Nunca tuvieron una pelea, ni siquiera cuando competían por los votos.

Ni el revés de las últimas elecciones locales le han menguado la energía que le pone a la presidencia de la Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos (lleva 10 años) y a la dirección general de su grupo empresarial CDO. Sus cimientos están en la fábrica Concretubos, que luego migró a Concretodo, y en el trabajo de urbanizador, con un primer proyecto en Copacabana, de 70 unidades habitacionales.

Villegas Moreno -que llegó a tener el 10 por ciento de "la abejita" Conavi, aclara que no es una especie de reencarnación del terrateniente por excelencia, Pepe Sierra. Se ríe de este "mito urbano" y afirma que "la mayoría de las tierras de mis obras son de otros".
tomado de :http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/E/el_hombre_que_construyo_mas_de_40000_viviendas/el_hombre_que_construyo_mas_de_40000_viviendas.asp

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